Malestar digestivo ¿Y si la culpa es del estrés?
En determinados momentos, todos hemos notado como nuestras emociones repercuten en el funcionamiento del aparato digestivo: nervios que nos dificultan la digestión, miedos que nos producen episodios de diarrea o situaciones de estrés o ansiedad que desembocan en malestares digestivos habituales como gases, hinchazón abdominal o incluso estreñimiento.
Y es que, efectivamente, algunas de las situaciones que vivimos a nivel emocional (ira, tristeza, depresión, nerviosismo…) impactan en la digestión y se pueden convertir en un problema si se gestionan de forma inadecuada. Una de las más habituales y que genera un buen número de alteraciones –no sólo digestivas- es el estrés.
Las personas que viven con estrés tienen más probabilidad de tener problemas de hipertensión, diabetes, de sufrir cefaleas y, en general, de enfermar, ya que su sistema inmunitario se suele ver afectado de forma evidente.
A nivel intestinal el estrés supone una grave amenaza ya que si se alarga, puede producir cambios en la secreción gastrointestinal y en la mucosa, así como en la absorción de nutrientes y en la producción de enzimas, que se reducen de forma considerable. También tiene efectos negativos sobre la flora intestinal, de ahí que a las personas estresadas se les suela recomendar una alimentación en la que no falten frutas, verduras y lácteos fermentados, ricos en probióticos.
También se aconseja hacer todo lo posible para aprender a gestionar las situaciones que generan estrés con el objetivo de volver a encontrar el bienestar. El ejercicio físico, el yoga, la meditación y algunas técnicas de respiración pueden resultar de gran utilidad. Vale la pena intentarlo cuando es la salud lo que está en juego.