El desgaste de huesos debido al paso del tiempo, ¿se puede evitar?
El sistema esquelético es una estructura orgánica que, entre otras cosas, proporciona sostén, protección y movilidad al cuerpo. Con el paso del tiempo, esta importante estructura se deteriora y debilita, y se va haciendo más frágil y quebradiza año tras año. Entender lo que sucede y saber qué hacer para desacelerar este proceso de desgaste natural prolonga la salud y fortaleza de los huesos y proporciona una mejor calidad de vida en general.
El cuerpo humano es una maquinaria compleja que está lejos de ser un elemento inamovible, estático, inmutable. Incluso desde antes de nacer y hasta más allá del último aliento que damos, esta maravillosa composición de tejidos, sustancias, órganos y materia, cuyo todo conforma a la persona, experimenta procesos que se mantienen en constante transformación.
Músculos, células, huesos, tejidos. Al inicio de la vida, hay una efervescente actividad de creación, desarrollo, protección y mantenimiento de sistemas y estructuras orgánicas. El cuerpo humano crece, se hace más complejo y funciona con eficiencia. Más tarde, una vez alcanzado el desarrollo pleno en la adultez, vemos cómo poco a poco comienzan a invertirse los procesos: el desarrollo y mantenimiento van disminuyendo y se van ralentizando, y comienza el proceso de deterioro y descomposición natural del cuerpo.
¿Cuándo se inicia el proceso de desgaste de los huesos y cartílagos?
Dejando de lado procesos patológicos, lo normal es que entre los 25 y los 50 años de edad las tareas de formación y descomposición (o “resorción”) tisular en el sistema esquelético tiendan a mantenerse equilibradas. Esto significa que hay suficiente cantidad de tejido sano para mantener la estructura en forma, pues se está creando masa y cartílagos a la par de lo que se está descomponiendo. En otras palabras: hay un equilibrio fisiológico que mantiene estable la arquitectura ósea.
Llega un momento en el que el proceso de descomposición de los tejidos supera al de su generación: se rompe el equilibrio. Así comienza la pérdida gradual de masa ósea y se va debilitando el sistema esquelético.
En las mujeres, este cambio fisiológico natural se asocia de modo particular a la menopausia (lo que no implica que sean procesos codependientes), debido a las alteraciones hormonales que experimenta el cuerpo femenino llegada esta etapa, y que pueden afectar la producción de tejido osteoarticular.
De hecho, en el cuerpo femenino este proceso de desgaste óseo puede comenzar mucho más temprano que para los hombres. Se cree que más o menos a partir de los 35 años de edad, la mujer puede comenzar a perder su masa ósea. El desgaste puede avanzar hacia condiciones como la osteopenia, si la pérdida de densidad ósea no es tan severa; o la osteoporosis, cuando ya se genera una importante pérdida del tejido osteoarticular.
¿Qué ocurre cuando hay un desgaste de los huesos o de los cartílagos?
El sistema esquelético se vale de huesos y cartílagos para tener movilidad en combinación con los músculos, en las articulaciones. Si hay un deterioro de los cartílagos, la articulación tendrá problemas para funcionar. Esto produce dolor y afecta la motricidad. Si el desgaste de los cartílagos es completo, los huesos de la articulación buscarán compensar la falta de tejido cartilaginoso donde apoyarse al rotar, así que crecen y se deforman, generando los dolorosos y antiestéticos espolones.
Por su parte, un hueso que ha perdido densidad ósea es un hueso mucho más frágil y, por ende, mucho más propenso a fracturarse. A pesar de que el hueso sano en su interior no es un objeto completamente sólido, sino que posee muchos espacios abiertos, su composición interna lo hace ser un elemento muy fuerte y resistente. Si esa estructura interna se ve disminuida, se compromete la salud y fortaleza del hueso.
Cómo podemos ayudar a minimizar y retardar el desgaste de los huesos
Es bien sabido que el calcio y la vitamina D son fundamentales para la salud del sistema esquelético. Y, si bien el calcio puede obtenerse de forma natural con una dieta que incluya alimentos ricos en este mineral, como los lácteos y sus derivados, lo cierto es que pocas veces se ingiere la cantidad necesaria. Lo mismo sucede con la vitamina D, que no cuenta con un sistema de almacenaje en el cuerpo y depende de la exposición a la luz solar.
Es posible que, por alguna razón, no se le esté proporcionando al sistema óseo los elementos que requiere para mantenerse fuerte y sano; sin embargo, evitar que se produzca una carencia que conlleve al deterioro de huesos y cartílagos es posible si se administran los elementos necesarios por vía suplementaria. De hecho, los suplementos dietéticos que suministran calcio, vitaminas y otros nutrientes permiten alcanzar los niveles óptimos necesarios de dichos nutrientes cuando estos no se obtienen directamente de los alimentos y una adecuada exposición al sol.
En este sentido, Aquilea Forte-Dol es un complemento que ayuda a prevenir el desgaste de los huesos gracias al colágeno. Además, ayuda a cuidar las articulaciones gracias a la cúcuma, la glucosamina, la condroitina, la vitamina C y el ácido hialurónico.
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Ayuda a la regeneración de los cartílagos y a la movilidad articular