¿Qué es el cortisol?
El cortisol es una hormona que segregan unas pequeñas glándulas situadas sobre los riñones, y que reciben el nombre de “glándulas suprarrenales”.
Podríamos decir que es “la hormona del estado de alerta”, por dos motivos fundamentales:
- La segregamos de forma natural, siguiendo el ritmo circadiano de nuestro organismo (es decir, el ciclo “noche-día”). Por la mañana, al despertar, el cortisol alcanza su pico para generar fuentes de energía que nos ayuden a responder a las exigencias cotidianas del trabajo, estudios, tareas, etc. Por la tarde también aumenta y nos ayuda a seguir activos, pero después desciende de manera progresiva.
- Nuestro organismo también fabrica cortisol automáticamente cada vez que tenemos que afrontar alguna situación especialmente exigente: una acumulación de trabajo, una sensación de peligro, un examen… Tener un buen nivel de cortisol en el momento adecuado nos permite rendir más rápido y mejor, tanto física como mentalmente, en especial cuando surgen imprevistos.
Ante un susto, una sensación de miedo o de agobio segregamos el cortisol necesario para que todo el cuerpo (cerebro, sistema nervioso, sistema muscular, etc.) se ponga a funcionar para afrontar la situación.
Ahora bien, si vivimos en un estado de nerviosismo y estrés permanente debido a las preocupaciones, a un exceso de trabajo y de responsabilidades, etc., tendremos un nivel de cortisol siempre elevado, y eso no es nada saludable. Un nivel excesivo y prolongado de cortisol afecta a muchos puntos vitales de nuestro organismo y puede ser la antesala de problemas de insomnio, cardiovasculares y digestivos. Puede contribuir, además, a un aumento de peso y de la presión arterial, a afectar de forma negativa el estado de ánimo y a reducir los niveles de energía.
Y es que como en casi todo, el secreto está en la mesura. El cortisol a nivel normal te ayuda a funcionar, pero en exceso puede resultar muy perjudicial.
Para equilibrar los niveles de cortisol los expertos recomiendan dormir bien, reducir el consumo de azúcar y tratar de gestionar el nerviosismo de la mejor forma posible.
En ese sentido, vale la pena tener presente que ningún problema llegará nunca a ser más fuerte que tú. Si mantienes esta actitud, tu cortisol será siempre un buen aliado y no un posible enemigo.