Cómo influyen las emociones en la salud
La relación entre emociones y salud está marcada por una serie de reacciones psicofisiológicas que cualquier persona experimenta a diario, incluso sin tener plena conciencia de ellas. De hecho, el término salud emocional no se usa en balde, pero lo más importante es que cuando ésta se ve afectada, también puede tener un impacto negativo en la salud física.
¿Qué son las emociones?
Antes de nada, conviene conocer que, como concepto, las emociones son un mecanismo de defensa que han permitido a los humanos reaccionar rápidamente ante estímulos que ponen en riesgo su bienestar. Fomentan una adaptabilidad frente a múltiples escenarios como el peligro, la amenaza, la sorpresa, la novedad, la pérdida, el éxito, etc.
Pero además de esta función adaptativa, las emociones cumplen una función social y otra motivacional. Por eso, un estado emocional negativo suele conllevar rupturas o fricciones con otros, al mismo tiempo que reduce la capacidad para cumplir metas y tareas personales.
Influencia de las emociones en la salud general
Algunas de las emociones más esenciales y contundentes son el miedo, la ansiedad, el asco, y la tristeza. Como todas las demás, surgen a partir de estímulos puntuales y el grado de intensidad para cada caso estará marcado por la percepción de cada individuo. A fin de cuentas, dos personas pueden reaccionar de diferentes maneras ante un mismo suceso.
El problema de la relación entre emociones y salud se da cuando la percepción-reacción de una determinada persona llega a ser exagerada, peor aún cuando la emoción surgida se prolonga en el tiempo mucho después del estímulo inicial.
En estos casos se genera un sobreesfuerzo en el organismo porque cada emoción activa mecanismos fisiológicos como la aceleración cardíaca, la tensión muscular, la hipertensión arterial, la disfunción central de la neurotransmisión y más. Si por sí solos son mecanismos que generan desgaste, tienen un efecto en cadena al incrementar los cuadros de inmunosupresión.
La inmunosupresión reduce la capacidad del sistema inmunológico para hacer frente a enfermedades infecciosas. Los cuadros de ansiedad, tristeza y estrés tienen un impacto negativo en el autocuidado, como el seguimiento de dietas y hábitos saludables por desmotivación, lo que a su vez reduce la nutrición y, por tanto, la defensa inmunitaria.
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¿Qué es la conexión mente-cuerpo?
A simple vista se podría decir que esto es algo bastante obvio, pero el concepto de conexión mente-cuerpo va más allá de lo superficial, manifestando la interrelación entre ambos a nivel de la regulación de niveles de hormonas y neurotransmisores que son los encargados de la regulación de la mayoría de funciones del cuerpo entre la que destaca el sistema inmunitario. El ejemplo más claro, y puede que incluso también el más relevante, sea el del eje intestino-cerebro.
En el intestino juega un papel muy destacado la microbiota intestinal, que es el conjunto de bacterias que viven en el intestino, en una relación de simbiosis con nuestro organismo. Un desequilibrio en la composición de nuestra microbiota puede tener una influencia sobre nuestro estado de ánimo, nuestro sistema inmunitario y en general sobre nuestra salud.
Pues bien, los probióticos (como la cepa Lactobacillus paracasei Lpc-37) promueven la disminución del estrés, que es una emoción con fuertes repercusiones para el cerebro, como su capacidad para sintetizar la serotonina.
Por otro lado, las vitaminas B5 y B6 en el cerebro ayudan a disminuir el cansancio y la fatiga. Así, la conexión entre intestino y cerebro es un reflejo del equilibrio que se debe mantener para mejorar la salud tanto física como emocional.
Consejos para estabilizar las emociones
Realmente existen una infinidad de consejos que se pueden seguir para regular las emociones y llevarlas a un punto de estabilidad óptima. Por ejemplo, consumir suplementos alimenticios como Aquilea QBiotics Bienestar emocional sirven para estimular el equilibrio del eje intestino-cerebro. En este caso, con su fórmula basada en triptófano y vitaminas B5 y B6 se puede conseguir, además de un mejor rendimiento intelectual, un estado de ánimo óptimo.
Pero es posible potenciar aún más sus efectos beneficios con estos consejos:
- Aceptar las emociones (autoaceptación), ya que no todos reaccionan igual ante los mismos estímulos y se trata de algo que forma parte de la personalidad y esencia de cada uno.
- Intentar hacer una pausa antes de reaccionar emocionalmente ante los estímulos, de modo que se logre una actitud más calmada y racional.
- Comprender que no siempre será posible cambiar las emociones de otro.
- Practicar la escucha activa para procesar mejor la información de otras personas.
- Ser más empáticos, ponerse en la piel del otro antes de afrontarlo o confrontarlo.
- Hacer lo posible por no tomarse mal las críticas, lo que implica trabajar el ego y fomentar la humildad.
- Procurar una alimentación diversificada para una completa nutrición.
- Hablar, comunicar, expresar. Guardarse emociones que realmente generan una sensación de asfixia mientras se padece en silencio.
- Aprender a decir que no y a retirarse en el momento correcto, pues participar en cosas que verdaderamente no se quieren hacer disminuye la gratificación emocional.
- Hacer actividades deportivas, artísticas, culturales o humanitarias es igualmente provechoso para mejorar el estado de ánimo general.
Muchos de estos consejos se resumen en la capacidad para ser emocionalmente inteligentes. Los individuos con un alto grado de inteligencia emocional gozan de mayor salud, y así como sucede con la inteligencia cognitiva, esta otra también puede practicarse y fortalecerse.
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