Ejercicio y estrés
Como hemos explicado en diversas ocasiones, el estrés crónico es un enemigo silencioso de la salud que hay que procurar evitar a toda costa.
Aunque no nos demos cuenta, la secreción excesiva de cortisol que se produce cuando estamos estresados puede afectar muy negativamente a nuestro organismo y manifestarse con múltiples síntomas físicos y psicológicos: episodios de insomnio, de irritabilidad o de cansancio, problemas digestivos, dermatológicos, inmunitarios, de aumento de peso e incluso taquicardias, migrañas o alteraciones menstruales.
Para intentar reducir los niveles de esta hormona, nada más natural y sencillo que hacer ejercicio de forma habitual. Y es que la práctica deportiva, además de ser aconsejable para todo el mundo, está especialmente indicada en casos de ansiedad y estrés.
Una de las razones de porque funciona tan bien es por pura química; el ejercicio fomenta, entre otras, la producción de endorfinas, serotonina y dopamina, hormonas que nos ayudan a sentirnos bien y a lograr una agradable sensación de bienestar. ¿Quién no ha experimentado o ha oído hablar del placer que se siente tras una buena sesión de deporte?
Las endorfinas –conocidas como las hormonas de la felicidad- nos facilitan la sensación de alegría y de euforia y reducen la ansiedad y el estrés. La serotonina produce una sensación de calma que, además, ayuda a conciliar mejor el sueño. Y la dopamina nos permite sentir placer al final de cada sesión, de ahí que muy probablemente queramos repetir, pues nuestro cerebro interpreta que existe un vínculo entre el placer experimentado y la actividad que realizamos.
Los ejercicios de mayor exigencia suelen liberar sobre todo endorfinas, mientras que los de menor intensidad aumentan los niveles de serotonina y dopamina. Por eso lo mejor es lograr una rutina semanal que los combine, así se ayuda a reducir la tensión nerviosa y a que la tristeza y la apatía vayan desapareciendo.
Hacer ejercicio después de un largo día trabajando también es una buena forma de liberar la mente, distraerla de los asuntos laborales y combatir el nerviosismo acumulado durante la jornada.
Otra ventaja del ejercicio como herramienta anti-estrés es que en muchos casos ayuda a reforzar las relaciones sociales, especialmente cuando se practica en grupo o se acude a un gimnasio. Y es que parece demostrado que mantener una vida social activa contribuye de forma positiva a la salud en general, y al estado de ánimo en particular.
Finalmente, es importante saber que no es necesario hacer ejercicio durante mucho rato para ir notando los cambios. Al principio bastará con unos 30 minutos al día tres o cuatro veces por semana para percibir las sensaciones que hemos comentado, para notar más calma y para observar como el ánimo va mejorando poco a poco. ¡Manos a la obra!