Aprender a decir NO
Saber decir NO de la forma correcta es una auténtica habilidad y no resulta fácil para todo el mundo. Todos hemos vivido situaciones en las que podríamos haber dicho que no y, sin embargo, no lo hicimos. ¿Por qué? Las razones suelen ser siempre las mismas:
Evitar la confrontación: Si sabemos que decir no puede generar algún tipo de conflicto, preferimos decir sí aunque nos obligamos a hacer algo que no queremos.
Sentimiento de culpa: A veces priorizamos tanto las necesidades de los demás que no atendemos las propias, y acabamos accediendo con sentimiento de culpa: “si le digo que no soy una mala amiga”
Complacer a los demás: Tal vez cuándo éramos pequeños nos dijeron demasiadas veces que debíamos ayudar y hacer felices a los demás, pero probablemente nadie nos enseñó a expresar con asertividad lo que sentimos y lo que necesitamos. Hay que actuar con generosidad, naturalmente, pero sin excesivos sacrificios y sin olvidar los intereses propios.
Miedo al rechazo: Imaginar lo que pensarán de nosotros si decimos que no, puede generar miedo al rechazo, de modo que para algunas personas resulta más cómodo decir que sí.
No saber a decir NO a tiempo es un problema que, además, puede acabar generando una profunda sensación de insatisfacción que acabe desembocando en episodios de malestar emocional. Así, las personas que no han trabajado esta habilidad, pueden llegar a sentir elevados niveles de ansiedad, estrés, tristeza e irritabilidad así como sentimientos de inferioridad y baja autoestima.
También pueden aparecer episodios de ira ya que la persona ha acumulado tanto malestar haciendo aquello que no quería, que puede estallar en cualquier momento por la cuestión más nimia.
En estos casos, como en casi todas las cuestiones, nada mejor que tomarse la vida con más calma, sin precipitarse, y dejando paso a la reflexión que acabará siendo nuestra mejor consejera.
Asertividad, la clave del éxito.
Antes de responder sí o no es importante tener bien claro qué cosas deseamos hacer y cuáles no. Vale la pena pensar y valorar con sinceridad lo que es prioritario en ese momento. Así resulta más fácil tomar una decisión acertada. En ese instante suele ser muy útil recurrir a frases del tipo “te diré algo mañana” o “déjame pensarlo”
Aprender a ser asertivos facilita mucho la comunicación. La asertividad es la habilidad que nos ayuda expresar aquello que pensamos de una forma clara, honesta y directa sin herir o perjudicar a los demás. Respetándonos a nosotros mismos y a los demás. Esta forma de comunicarse es muy beneficiosa porque a la larga nos ayuda a tener unas relaciones más satisfactorias y a sentirnos mejor. Algunos ejemplos de respuestas de aserción negativa serían: “Gracias, pero me apetece ir a caminar hoy” o “Lo siento, pero no me gusta dejar mi ropa a otras personas”. En ambas se expresan los mensajes con claridad y amabilidad, de modo que el interlocutor, aunque tenga un no por respuesta, no tiene motivo para sentirse mal.
Existen fórmulas negociadoras que también en ocasiones pueden funcionar muy bien, como sugerir alternativas ante las propuestas de la otra persona. Por ejemplo “hoy no puedo ir contigo, pero mañana por la mañana sí que dispongo de tiempo”.
En todas las ocasiones es básico saber defender nuestros derechos y reconocer las necesidades o los intereses para poder decidir si eso que nos proponen es una prioridad o no en ese momento. No es lo mismo acceder porque realmente lo decidimos así, que porque no sabemos decir que no.